Sabes que el otro día me pasó algo súper chistoso:
Estaba esperando para subir la loma de mi casa, y como siempre, habían carros atravesados; y aunque mi semáforo estaba en verde, no había como cruzar la 6 de diciembre.
Tú sabes como soy yo, nunca me aburro. Ja ja.
Entonces estaba observando alrededor y aparecen de la nada dos viejitos, extremadamente pequeños, tratando de alcanzar un bus. Eran súper tiernos, cogidos de la mano, ayudándose a correr para llegar sin tropezarse. Una ternura. Pero yo realmente no tenía ganas de ternuras ese rato, entonces adivina lo que hice:
Mientras los viejitos corrían, de repente su ropa cambió y tenían trajes de payaso los dos. Y luego, para que ya no corran más, hice que se suban en unos de esos monociclos y puedan llegar al bus que estaban tratando de alcanzar. Claro que seguían cogidos de la mano, pues es imposible que tengan tanta habilidad en esos artefactos, ni yo la tengo.
Parece que al fin de cuentas sí me dio ganas de un poco de ternura. Pero estuvo entretenido.
1 comentario:
Es cierto, muchos de nosotros de vez en cuando tenemos ganas de un poco de ternura. También es cierto que no siempre se la puede encontrar en la calle, muchas veces aparece cuando la gente inconsientemente se olvida de lo que está pasando y sin querer actúa como en verdad quiere actuar. La próxima vez lleva tu cámara para que puedas captar ese momento que tú tienes una excelente mano para la fotografía.
Me encanta como escribes porque además de ser real todo lo que cuentas, aquí lo combinaste con una fantasía creíblemente increíble. Por favor nunca pares de escribir. =)
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